lunes, 26 de diciembre de 2011

Un orgullo colimense en cuestión de letras


Por: Karen De la Torre Panduro y Jesús Fernando Sandoval Esparza

Entre las 3 y las 5, es posible encontrar al escritor en el Andador Constitución; un café y unos amigos son la combinación de su preferencia: La tarde es un buen escenario para dar inicio a una pacífica charla de remembranzas.
“No hay quinto malo” dice Alfredo Montaño, y bien dicho pues es fue su lugar. De 11 Montaño Hurtado nuestro narrador no fue ni el más chico, ni el mayor, quedó en medio de esa gran familia.
Las letras lo acompañaron desde su infancia, para él la primaria fue una etapa decisiva en su educación, pero fue aún más importante en su acercamiento con la literatura y con lo que sería parte esencial de su vida profesional.  Desde pequeño nuestro entrevistado se encontró con volúmenes como los cuentos de la colección de oro de Mark Twain, uno de los primeros autores que leyó gracias a que había una biblioteca pública ubicada en el jardín Núñez.
Los inicios
Su padre fue una de las personas que lo impulsó a seguir el camino de la narrativa ya que fue un hombre con un instinto observador y tenía una agilidad para contar historias, ese ingenio le mostró a Alfredo un mundo maravilloso del que nunca salió y el que se adaptó muy fácil.    
Primeros acercamientos con la Poesía
A los 17 años se dio cuenta de que le gustaba la poesía y de que quería ser escritor, él culpa a su hermana: “uno de sus pretendientes le regaló las obras de Rubén Darío en una publicación de la editora Aguilar”, con la lectura de esa obra Alfredo inició a escribir también poesía y acepta que esos primeros versos se perdieron con una novia que tuvo durante esa etapa de su vida, pero esto ayudo para que en el año de 1972 ganara el premio estatal de poesía.
Trabajo duro y forjando un destino
Su vida profesional la forjó gracias al trabajo duro, él desde 1973 comenzó a trabajar para así poder pagar sus estudios de educación media superior, sus trabajos fueron desde cobrador hasta repartidor de material para construcción,  estuvo en el bachillerato número uno de la Universidad de Colima, cursó los seis semestres de preparatoria para así poder irse de Colima a buscar carreras distintas a las que ya había aquí en la capital colimense ya que en esa época sólo existían las licenciaturas en derecho, contador público, enfermería y la escuela normal de maestros, algo que a él no le parecía nada llamativo y decidió irse del estado para buscar algo que se acercara a la literatura.
Cuando llego al Distrito Federal ingresó a la Escuela Nacional de Antropología guiado por un amigo que le aconsejó entrar a esa institución por su facilidad en el proceso de admisión, en esa academia sólo cursó cuatro semestres, posteriormente accediera a lo que realmente era su vocación, nuestro protagonista inició su formación en el Instituto Nacional de Bellas Artes, en la Dirección Nacional de Literatura, aunque también le tocó asistir a algunas clases que impartían en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) allí fue donde tuvo la oportunidad de conocer a escritores como Juan Rulfo,  Juan José Arreola, Salvador Elizondo entre otros personajes importantes de la literatura.
 “Eres lo que lees”  
 Para el autor de Las andanzas del indio Vicente Alonso hubo grandes autores que marcaron su camino,  Juan Rulfo,  Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, James Joyce, Herman Broch, Jorge Luis Borges, José Lezama Lima, Guillermo Cabrera Infante, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Dostoievsky, Nicolai Gogol, Federico Nietzsche, todos éstos representantes de la literatura según el entrevistado son “de cabecera y para el manejo del universo vocabulario”.
El oficio del periodismo
Nuestro personaje no sólo ha estado vinculado con el mundo de la literatura y la poesía, el oficio de informar también ha sido parte de su vida, trabajó en el periódico unomásuno, fue corresponsal, corrector de galeras, corrector de estilo y su amigo Agustín Ramos lo invitó a escribir en el Reader's Digest, cuando regresó a su estado natal se incorporó al Diario de Colima como reportero de primera plana y tiempo después fue colaborador del Diario Avanzada aunque acepta que su regreso fue por “tonto” ya que se cansó del la movilización masiva del Distrito Federal aunque no se arrepiente “una vez mi amiga Dolores Yáñez  me dijo que la larga el periodismo se lo traga a uno si quiere ser escritor”.
 La comunicación social y la radio
La comunicación social fue otro de sus empleos trabajó en la producción de programas de radio en el ISSSTE, desde la SEP también hacía boletines informativos, hizo pequeños periódicos primero para los afiliados al ISSSTE y después en la SEP en un proyecto llamado notisep. 

Sus primeros relatos
Los primeros relatos que publicó Alfredo fueron a raíz de vivencias propias y de sus allegados recuerda que la primera narración que fue publicada fue una experiencia que vivió en su niñez, esta pequeña narración se tornó en un reto que uno de sus compañeros de la primaria lo retó a saltar una calle a la que le habían puesto chapopote, el pequeño Alfredito aceptó la apuesta la cual sólo quedó en un intento fallido, para el autor esta pequeña anécdota era digna de ser conatada.
Su vida profesional como escritor  
Alfredo Montaño Hurtado tiene seis obras publicadas, en 1983 salió su primer libro Cuaderno de relatos La agresión con este tomo ganó el Premio Estatal de Cuento Gregorio Torres Quintero,  dos años después se publicó el poemario Del agua mansa, posteriormente en 1990 se editó su libro de cuentos y novela breve Las cenizas de los sueños, ya en 1995 se rebeló su gran obra Las andanzas del indio Vicente Alonso, este ejemplar se reeditó en el año 2006 por la importancia que tiene este personaje revolucionario en la historia del estado de Colima, en el año 2002 salió a la luz pública su libro de cuentos Zapatitos de cristal y otras insolencias, el último trabajo de nuestro protagonista fue en 2009 este libro es un claro ejemplo de lo que consiste el  periodismo literario ya que publicó una serie de entrevistas-reportajes a grandes escritores como Juan Rulfo, Fernando del Paso, José Emilio Pacheco, Paco Ignacio Taibo II, Vicente Leñero entre otros, este ejemplar se llama Los designios de la palabra y muestra a el gran entrevistador que es el autor.
Las grandes satisfacciones     
Para nuestro entrevistado este trabajo le ha dado grandes satisfacciones personales, el ser citado por personas o ser reconocido como uno de los escritores más destacados en Colima es algo que lo enorgullece, señala: “Se citaron las Cenizas de los sueños y las Andanzas del indio Vicente Alonso, citado en el Diccionario panhispánico de dudas, también en el Índice de autores citados en la nueva gramática de la lengua española nada más para ver morfología y sintaxis,  la compré sin abrirla, cuando la abrí vi que estaba yo, fue algo muy emocionante.
 


  

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